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Cómo la telemedicina está transformando el tratamiento de la obesidad
Por la Dra. Ali Zentner, agosto de 2020
Hace seis meses, si alguien me hubiera preguntado qué pensaba de la telemedicina, mi respuesta habría sido “la odio”. Es cierto que es una reacción fuerte, pero escúchame: No soy la persona más experta en tecnología del mundo. Y, como a cualquier médico, me incomodan las cosas que no sé cómo manejar bien.
Más importante aún, soy una persona que prefiere las interacciones personales. Prefiero lo analógico a lo digital. Y creo en lo que llamo “conexión en vivo” entre las personas, ya sea disfrutar de una conversación amistosa para ponerse al día o intentar resolver un problema médico.
He estudiado comunicación motivacional para aprender a leer las señales físicas y los mensajes no verbales de las personas. Considero que el efecto terapéutico no se puede separar del trato físico.
Hace cinco años, fundé una clínica con la determinación de hacer todo de la forma correcta Quería que fuera clínicamente sólida, segura y accesible, cálida y acogedora, un hermoso lugar de paz y sanación.
Quería que los pacientes se dieran cuenta al instante de que ESTA vez el tratamiento sería diferente. Quería que el personal de atención médica que trabajara allí se asegurara de que así fuera. Quería un lugar que dijera, a través de cada detalle cuidadosamente escogido, “has venido a un lugar que defiende la salud individual y donde cada paciente es, ante todo, una persona”.
En la actualidad, Revolution Medical Clinic en Vancouver, Canadá, donde soy directora médica, es una de las clínicas multidisciplinarias para la obesidad más grandes del país.
Esta opera completamente bajo el sistema público de salud y ofrecemos un tratamiento integral para la obesidad a casi 5000 pacientes. Somos expertos en enfoques médicos y bariátrico-quirúrgicos.
Nuestro personal está compuesto por 4 médicos de medicina interna, especialistas en el control de la obesidad, 3 enfermeros y 1 nutricionista. Estamos afiliados a Obesity Canada y hemos sido reconocidos por la Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad como un Centro Internacional de Excelencia.
En un día normal, la clínica recibía de 50 a 70 personas que venían de toda la Columbia Británica. Nuestro espacio feliz siempre estaba lleno y con mucho movimiento. Nuestro sistema funcionaba. Fiel a mi creencia en las interacciones cara a cara, necesitaba tener a mis pacientes frente a mí primero para ser realmente eficiente. Después de esa primera interacción, las opciones de telemedicina podían ser relevantes para algunos. Y luego llegó la pandemia.
Llegué a la oficina el 16 de marzo de 2020 y para el 17 de marzo, habíamos cambiado todas las visitas personales por visitas virtuales. En el futuro, íbamos a confiar en nuestra plataforma de video para telemedicina y, en menor medida, en el teléfono. Además de esto, íbamos a usar el correo electrónico.
Tuvimos suerte. Hasta cierto punto, nuestra clínica ya había utilizado la tecnología para la comunicación durante años. Habíamos firmado una autorización para comunicarnos electrónicamente con nuestros pacientes, los cuales estaban en una lista en un sistema de registro médico electrónico. Podíamos acceder a sus registros de forma segura desde cualquier parte. Me sorprendió lo preparados que estábamos para esta transición. Los cimientos ya habían sido colocados. Pero se necesita más que tecnología.
Personalmente, necesitaba que mi mente hiciera inmediatamente la transición y ponerme al frente de este servicio de atención médica virtual. Pero más allá de la configuración técnica real, estaba surgiendo algo mágico. Comencé a darme cuenta de que la atención que estaba brindando era una revelación. Estábamos en medio de una pandemia.
Todos nos vimos obligados a permanecer en nuestro hogar: asustados pero seguros, aislados pero juntos. Y aquí estaba yo, comunicándome con ellos DONDEQUIERA QUE ESTUVIESEN para saber cómo se encontraban. Si aun no lo entiendes, ten en cuenta que la base del control de la obesidad es la conversación. De hecho, independientemente del problema médico, a veces lo más terapéutico que podemos hacer es escuchar y conectar.
Entendí que la telemedicina me había dado la capacidad de trabajar sorteando obstáculos y ponerme a disposición de aquellos que necesitaban mi atención, dondequiera que estuvieran. A pesar de la pandemia, pude escuchar, brindar apoyo y ayudar a las personas a superar esto.
Contrario a mis creencias anteriores, resultó ser que no importaba si el paciente estaba en mi consultorio, en mi ordenador o en mi auricular. Yo era su médica, la voz al otro lado de la línea.
Mis visitas virtuales son básicamente conversaciones con un enfoque clínico. No son tan diferentes a las visitas habituales al médico.
Llamo a un paciente o me conecto a través de una plataforma en línea y le pregunto cómo está. Lo escucho, elaboramos un plan de tratamiento y coordinamos un seguimiento y un control posterior para saber cómo van las cosas.
Ajustamos la medicación y elaboramos un plan. A veces, eso significa simplemente llevar un diario de comidas. A veces, significa planificar una caminata de 15 minutos todos los días. Aconsejo sobre salud mental, sueño, comer como escape emocional, etc.
La única dieta que les recomiendo a las personas es una “dieta de noticias”, es decir, limitar la cantidad de noticias que miran para contribuir a su bienestar mental. Me adapto según la conversación y la persona al otro lado de la línea.
A través de las plataformas en línea, enseño a las personas cómo tomar medicamentos y les sugiero recursos sobre diversos temas, desde nutrición hasta novedades sobre la COVID-19. Mi equipo ha transformado recursos en plataformas virtuales y ha preparado folletos sobre toda clase de temas, desde el comer como escape emocional hasta los mitos sobre la obesidad.
Hemos convertido nuestro Programa de Cirugía Bariátrica completo en un programa en línea porque entendemos que tener acceso rápido y fácil a los recursos hace que las personas se sientan seguras y bienvenidas.
La telemedicina significa que me he convertido en una invitada en los hogares de mis pacientes, donde probablemente se sienten más seguros, confiados y empoderados que en las mejores clínicas. En lugar de venir a verme para una consulta personal, ahora inician sesión para una visita al consultorio desde sus salas de estar, cocinas y salones, el entorno donde pasan la mayor parte de su vida.
Inevitablemente, la comunicación por teléfono o internet puede ser una curva de aprendizaje. Hacer posible la curación, manifestar empatía y conectar con las personas de forma virtual me ha obligado a convertirme en una comunicadora más eficiente.
Como tal, tuve que aprender un nuevo “idioma”. Las señales visuales ya no eran tan obvias y, en algunos casos, ya no estaban presentes. Aprendí a escuchar señales auditivas, suspiros y pausas. Aprendí cuándo escuchar y cuándo dar indicaciones. Aprendí a aclarar y a conectar y comunicarme de una manera completamente diferente.
Siempre he sabido que la comunicación lo es TODO en medicina. La ciencia es oro pero la comunicación es el rey. Aquí, en mi clínica, teníamos ambas. Me sorprendió darme cuenta de que estos principios son aún más evidentes en la telemedicina.
Mirando hacia atrás, el aprendizaje clave es que, de muchas maneras, la telemedicina funciona mejor para el control de la obesidad que el entorno clínico tradicional.
Como médico especialista en obesidad, trato a una población de personas que pueden estar muy acostumbradas al aislamiento social. Una vida con síntomas, independientemente de cuáles sean, tiende a aislar a la persona. La obesidad es diferente a muchas otras enfermedades, ya que los síntomas y el diagnóstico de los pacientes son visibles en todo momento. Como consecuencia, una vida con obesidad suele ser una vida que acarrea discriminación y prejuicios.
Nuestra sociedad, incluidas las personas en mi profesión, ha marginado a las personas con obesidad durante demasiado tiempo. Ha convencido a los pacientes de que su enfermedad es su culpa y su tratamiento es su responsabilidad. Quien tiene EXCESO DE PESO es tratado como alguien INFERIOR.
En esta situación, la telemedicina es un gran igualador. Ahora, mis pacientes enfrentan menos obstáculos para recibir atención que antes. Ahora puedo comunicarme con ellos y tratarlos LITERALMENTE donde están.
Al garantizar que la conexión virtual nunca parezca menos que la presencial, las opciones de curación están al alcance Eso resume el momento actual en el control de la obesidad: Hemos bajado el listón para acceder a la atención y lo hemos elevado en términos de la calidad que ofrecemos.
El 2020 me ha dejado profundamente impresionada con mis pacientes con obesidad Incluso cuando enfrentan un nuevo obstáculo, demuestran tener mucha gracia, humanidad, firmeza y una fortaleza desbordante.
Cuando surgieron las medidas de distanciamiento social, muchos de mis pacientes ya habían pasado gran parte de su vida aislados socialmente. Cuando uno vive con obesidad, los aviones, los restaurantes y los centros comerciales no son cómodos.
Y en un momento inesperado, el resto del mundo terminó encerrado dentro de su hogar como muchos de ellos lo habían estado. Pero al ser excelentes seres humanos que han aprendido con gran esfuerzo cómo estar a la altura de las circunstancias contra todo pronóstico, resistieron y prosperaron cuando parecía que todo era desesperanza e incertidumbre.
La gente solo quiere estar bien. Quieren sentirse seguros, valorados y saber que importan. El tratamiento, en su esencia, transmite ese mensaje. Significa que hay esperanza y que mañana será mejor que hoy. Acceder a ese preciso mensaje es, tal vez hoy, más importante que nunca.
Lo que aprendí de la vida en confinamiento ahora se ha convertido en mi nueva normalidad. Mientras escribo esto, ya llevo 12 semanas trabajando mediante telemedicina. He caminado más de mil kilómetros y hemos visto a más de 2000 pacientes.
El mundo está abandonando el confinamiento lentamente, pero mi clínica continuará de modo virtual durante un tiempo más. Después de la COVID-19, nuestra sala de espera es demasiado pequeña para garantizar el bienestar de mis pacientes.
Irónicamente, el espacio en el que tanto trabajé para que fuera un refugio seguro, ahora es un lugar donde pueden estar expuestos a una amenaza diferente, una que nunca vimos venir. Por lo tanto, seguiré conectando con las personas con obesidad en sus propios términos y en sus propios espacios, para preservar nuestra alianza terapéutica sin comprometer su seguridad.
Nunca imaginé que fuera posible, pero la telemedicina me ha convencido de que, a veces, lo mejor que puede ofrecer la medicina puede ser proporcionado de forma virtual. Fue necesaria una pandemia para darme cuenta de que no importa dónde se encuentre físicamente el “asiento”. Estoy segura de que hay áreas de la medicina en las que esto no es tan cierto, pero para el control de la obesidad, la telemedicina es en realidad perfecta.
Hace más de dos décadas que soy médica y todavía me encanta mi trabajo. Me encanta sentir que sigo aprendiendo sobre el cuerpo humano, que mi carrera me obligue a crecer y a adaptarme minuto a minuto y a ser un poco mejor todos los días.
Más importante aún, me encanta ser una médica especialista en obesidad porque cada día puedo celebrar y facilitar las victorias de seres humanos buenos, valientes y resilientes, con la esperanza de continuar trabajando para aportar un poco más de bienestar a sus vidas.
Independientemente del espacio, en un consultorio, en una cinta para caminar, en un teléfono o en una plataforma virtual, la visión sigue siendo gloriosamente la misma y el privilegio sigue siendo todo mío.