Soy un aliado para alguien que vive con obesidad
“Mi nombre es Andreas y convivo con la obesidad. No tengo obesidad, pero mis padres que han vivido con esta enfermedad y mi novia, Melanie, actualmente vive con esta enfermedad crónica”.
Nuestro cuerpo y mente están profundamente conectados. Solo piense en cómo reacciona de inmediato su cuerpo cuando se pone nervioso: sus palmas se vuelven sudorosas y siente sed. Lo que sucede dentro de nuestra cabeza también nos puede hacer correr más riesgo de desarrollar problemas de salud; incluso podemos estar más en riesgo de desarrollar obesidad.
No se puede esperar que nos sintamos felices y relajados todo el tiempo. Así que todos encontramos diferentes maneras de aliviar nuestros sentimientos. Algunas personas ven una maratón de series de televisión en lugar de dormir las horas necesarias. Otras estrategias de defensa pueden incluir fumar, beber, hacer apuestas o hacer compras.
Algunas personas usan los alimentos para lidiar con situaciones difíciles y aliviar sus sentimientos cuando nada más funciona. Esto podría funcionar en el corto plazo, pero con el tiempo puede convertirse en un problema en sí mismo.
Los psicólogos llaman a este comportamiento alimentación emocional. Todos lo hacemos a veces, algunos de nosotros más que otros. El estrés, la depresión y la ansiedad pueden ser algunas de las causas. También pueden serlo los eventos importantes de la vida, como comenzar una familia, cambiar de trabajo o mudarse de casa. O incluso eventos tempranos de la vida, como traumas infantiles.
Esto fue así para Vicki Mooney, quien recurrió a la comida para enfrentarse a crecer en una casa con un padre abusivo. A sus 28 años, pesaba 180 kilogramos.
“Para lidiar con el trauma, comía una barra de chocolate. Iba a mi habitación y, a pesar de que estaba atravesando esas emociones, sentimientos y dolor, comía mi barra de chocolate y sentía un poco de consuelo”, afirma.
La alimentación emocional puede tener muchas causas. Para algunos, como Vicki, se relaciona con el dolor y los traumas emocionales graves. Pero no es fácil para todos vincular su alimentación emocional con una causa o un evento de vida exactos. Para algunas personas, el estrés es la causa.
Una vez que se ha desarrollado el hábito, a menudo puede tomar vida propia. Muchas personas que recurren a la alimentación emocional dicen que se siente como cualquier otra adicción, por ejemplo, fumar.
Esto puede crear un círculo vicioso. Comienza por comer para aliviar las emociones, lo que genera un alivio temporal. Pero luego se siente avergonzado por comer en exceso, lo que comienza el círculo de nuevo.
El ciclo también está impulsado por las experiencias negativas que son frecuentes para las personas que viven con obesidad. Las personas con obesidad a menudo se sienten rechazadas por la sociedad, o sienten que no reciben el apoyo o la comprensión que necesitan de su familia, amigos o médicos.
Por lo tanto, podría ser tranquilizador saber que hacer cambios incluso pequeños en la forma en que vivimos y pensamos puede tener un gran impacto positivo en nuestro bienestar mental. A veces, solo necesitamos el punto de vista de otra persona para ayudarnos a notar qué cambios debemos hacer y cómo hacerlos. Esa persona puede ser un amigo, un familiar o un psicólogo.
Un lugar para comenzar es observar la fuente de nuestras emociones negativas. A veces, simplemente descubrir cuáles son puede ser un primer paso importante. Un psicólogo puede ayudarlo en este viaje.
Otro enfoque es cambiar la forma en que respondemos a nuestros sentimientos. En este caso, la terapia conductual, que ayuda a comprender y modificar sus patrones de pensamiento, alimentación y actividad, ha demostrado ser eficaz.
¿No está seguro de dónde encontrar ayuda o a quién recurrir? Un excelente comienzo es comunicarse con su proveedor de cuidados de la salud u otros proveedores de cuidado de la salud confiables.