Los sentimientos desempeñan un papel clave en el control del peso
Existen muchas razones por las que aumentamos y bajamos de peso. A
veces, estas razones tienen que ver con cómo nos sentimos. Comer para
sentirse mejor se conoce comúnmente como alimentación emocional, y es
el motivo por el cual a veces necesitamos apoyo psicológico en lugar
de asesoramiento alimentario.
Nuestro cuerpo y mente están profundamente conectados. Solo piense en
cómo reacciona de inmediato su cuerpo cuando se pone nervioso: sus
palmas se vuelven sudorosas y siente sed. Lo que sucede dentro de
nuestra cabeza también nos puede poner en más riesgo de desarrollas
problemas de salud; incluso en más riesgo de desarrollar obesidad.
No se puede esperar que nos sintamos felices y relajados todo el
tiempo. Así que todos encontramos diferentes maneras de aliviar
nuestros sentimientos. Algunas personas ven una maratón de series de
televisión en lugar de dormir las horas necesarias. Otras estrategias
de defensa pueden incluir fumar, beber, hacer apuestas o hacer compras.
Algunas personas usan los alimentos para lidiar con situaciones
difíciles y aliviar sus sentimientos cuando nada más funciona. Esto
podría funcionar en el corto plazo, pero con el tiempo puede
convertirse en un problema en sí mismo.
Los psicólogos llaman a este comportamiento alimentación emocional.
Todos lo hacemos a veces, algunos de nosotros más que otros. El
estrés, la depresión y la ansiedad pueden ser algunas de las causas.
También pueden serlo los eventos importantes de la vida, como comenzar
una familia, cambiar de trabajo o mudarse de casa. O incluso eventos
tempranos de la vida, como traumas infantiles.
Afrontar los traumas y el dolor
Esto fue así para Vicki Mooney, quien recurrió a la comida para
enfrentarse a crecer en una casa con un padre abusivo. A sus 28 años,
pesaba 180 kilogramos.
“Para lidiar con el trauma, comía una barra de chocolate. Iba a mi
habitación y, a pesar de que estaba atravesando esas emociones,
sentimientos y dolor, comía mi barra de chocolate y sentía un poco de
consuelo”, afirma.
La alimentación emocional puede tener muchas causas. Para algunos,
como Vicki, se relaciona con el dolor y los traumas emocionales
graves. Pero no es fácil para todos vincular su alimentación emocional
con una causa o un evento de vida exactos. Para algunas personas, el
estrés es la causa.
El círculo vicioso de la alimentación emocional
Una vez que se ha desarrollado el hábito, a menudo puede tomar vida
propia. Muchas personas que recurren a la alimentación emocional dicen
que se siente como cualquier otra adicción, por ejemplo, fumar.
Esto puede crear un círculo vicioso. Comienza por comer para aliviar
las emociones, lo que genera un alivio temporal. Pero luego se siente
avergonzado por comer en exceso, lo que comienza el círculo de nuevo.
El ciclo también está impulsado por las experiencias negativas que
son frecuentes para las personas que viven con obesidad. Las personas
con obesidad a menudo se sienten rechazadas por la sociedad, o sienten
que no reciben el apoyo o la comprensión que necesitan de su familia,
amigos o médicos.
Encuentre el apoyo que necesita
Por lo tanto, podría ser tranquilizador saber que hacer cambios
incluso pequeños en la forma en que vivimos y pensamos puede tener un
gran impacto positivo en nuestro bienestar mental. A veces, solo
necesitamos el punto de vista de otra persona para ayudarnos a notar
qué cambios debemos hacer y cómo hacerlos. Esa persona puede ser un
amigo, un familiar o un psicólogo.
Un lugar para comenzar es observar la fuente de nuestras emociones
negativas. A veces, simplemente descubrir cuáles son puede ser un
primer paso importante. Un psicólogo puede ayudarlo en este viaje.
Otro enfoque es cambiar la forma en que respondemos a nuestros
sentimientos. En este caso, la terapia conductual, que ayuda a
comprender y modificar sus patrones de pensamiento, alimentación y
actividad, ha demostrado ser eficaz.
¿No está seguro de dónde encontrar ayuda o a quién recurrir? Un
excelente comienzo es comunicarse con es comunicarse con su
profesional de la salud u otros profesionales confiables.
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Referencias
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2018.
Mi viaje con la obesidad: desde refugiarme en la comida hasta ser modelo
de talla grande
“Tenía 28 años y pesaba 180 kilos. Estaba casada y era madre de dos
maravillosos niños pequeños. Tenía muchas cosas para ser feliz en mi
vida, pero me sentía muy deprimida”.
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