“Tenía 28 años y pesaba 180 kilos. Estaba casada y era madre de dos
maravillosos niños pequeños. Tenía muchas cosas para ser feliz en mi
vida, pero me sentía muy deprimida”. No quería hablar sobre eso. No
quería reconocer mi problema de peso. Las personas me preguntaban:
"¿Cómo llegaste a este peso? ¿Cómo llegaste a pesar
180 kilos?" - Vicki Mooney
“Es muy difícil hablar sobre mi vida, porque tengo que abrir una
parte de mí misma, una parte que la mayoría de las personas no querría
revelar o no podría ser capaz de hacerlo.
En mi niñez,
sufrí muchas situaciones difíciles. Mi padre era alcohólico y
maltrataba físicamente a mi madre. Y cuando no golpeaba a mi mamá, me
golpeaba a mí. Era una niña muy perdida, con dificultades. También fui
abusada sexualmente.
Así que me refugiaba en la comida.
Para lidiar con el trauma, comía una barra de chocolate. Iba a mi
habitación y, a pesar de que estaba atravesando esas emociones,
sentimientos y dolor, comía mi barra de chocolate y sentía un poco de
consuelo”, afirma.
También estaba aumentando de peso y preguntándome lo que realmente
estaba sucediendo conmigo. Mis hermanos eran delgados y atléticos, y
todos comíamos el mismo desayuno, la misma cena y los mismos
refrigerios. Lo único que hice diferente fue comer chocolate para
intentar sentirme mejor.
Volvamos a mi vida como una madre de 28 años de edad, con 180 kilos y
mucha grasa abdominal...
Por la mañana, me despertaba y
sentía un tirón en un músculo de mi costado mientras giraba en la
cama. Entonces, intentaba levantar mi estómago mientras giraba. Y
pensaba: ¿Tengo la ropa interior que me hará ver un poco más decente?
O pensaba: Los médicos quieren medirme y observar los pliegues de la
piel y las infecciones.
En la ducha, tuve que quitar la
puerta del cubículo porque no podía entrar. Luego levantaba todos los
pliegues de la piel y limpiaba la infección, para mejorar su
apariencia y quitar el olor.
“Fui a mi médico y, afortunadamente, me realizaron una cirugía
bariátrica. Perdí más de 90 kilos, que era la mitad de mi peso. Fue lo
mejor que me pasó, pensé: Dios mío, tengo una vida ahora”.
Cuando perdí peso, me convertí en la primera modelo de talla grande
en Irlanda y escribí un libro sobre cómo empoderar a las mujeres para
que se sientan bien consigo mismas. Porque al final del día,
independientemente del tamaño que uno tenga, merece levantarse por la
mañana, mirarse en el espejo y sentirse bien uno misma. Merece usar
ropa que se adecue a usted.
Han pasado 13 años desde la cirugía. Todavía tengo obesidad y he
subido 25 kilos. Voy mucho al gimnasio y como de forma saludable
porque la cirugía implica que solo puedo comer porciones muy pequeñas
de alimentos. La mayor parte de mi dieta contiene frutas, frutos
secos, verduras y alimentos con alto contenido de proteínas. Medito
por la mañana y practico yoga. Estoy bastante saludable.
Así que lo veo de esta manera: usted se ha golpeado demasiado, se ha
odiado y se ha permitido decirse cosas que no permitiría que otros le
dijeran. El cambio debe comenzar por amarse a usted mismo. Debe
comenzar a quererse, independientemente de su tamaño o peso. Cuando se
tiene una mentalidad positiva, puede comenzar a hacer los pequeños
cambios en la vida para abordar la enfermedad de la obesidad y
comenzar a sentirse mucho mejor.