Sentirnos estresados por un período prolongado puede alterar nuestro
apetito. Esto puede empeorar el riesgo de desarrollar obesidad.
Aprender a controlar el estrés es una estrategia que puede respaldar
sus esfuerzos de control del peso.
Es normal sentirse estresado en respuesta a las situaciones
desafiantes en nuestras vidas. También es muy frecuente. El 35 % de
las personas en 142 países, quienes respondieron a una encuesta global
de Gallup en 2018, dijeron que se sienten estresadas durante gran
parte del día. Este estrés a menudo es a corto plazo, como preocuparse
por una fecha límite próxima, y puede estimularnos positivamente para
ponernos en acción.
Pero si nos sentimos estresados durante un período prolongado,
nuestra salud puede sufrir. No dormimos bien y no nos movemos tanto.
Nuestros patrones de alimentación también cambian y deseamos más
alimentos poco saludables. Estas reacciones al estrés desempeñan un
papel en exponernos en un riesgo mayor de desarrollar obesidad.
El estrés es parte de la respuesta de “lucha o huida” de nuestro
cuerpo que nos ha ayudado a sobrevivir a situaciones peligrosas
durante miles de años. Y normalmente solo lo experimentamos por
períodos cortos. Pero ahora, las personas se sienten estresadas
durante una gran parte del día y esta respuesa se activa constantemente.
Cuando esto sucede, los niveles de cortisol, una de las hormonas
principales involucradas en la respuesta de estrés biológico,
aumentan. Uno de los efectos de los niveles elevados de cortisol es el
aumento del apetito. Entonces, si nos sentimos estresados
constantemente, es más probable que comamos más.
Y no cualquier alimento. Las investigaciones han demostrado que nos
sentimos más atraídos por los alimentos ricos en energía cuando nos
sentimos estresados. Esto puede deberse a que estos alimentos pueden
ayudarnos a sentir un alivio del estrés. Esta es la razón por la que
se llama “comida reconfortante”.
Por lo tanto, el estrés no solo nos hace querer comer más, sino que
también cambia los tipos de alimentos que queremos comer. Esto explica
por qué las personas que viven con obesidad tienden a tener niveles
más altos de cortisol que lo normal. El estrés también nos pone en
riesgo de dormir peor, beber más alcohol y movernos menos, lo que
aumenta nuestro riesgo de obesidad.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Existen diferentes estrategias que
pueden ayudarlo a manejar las situaciones estresantes, así como los
sentimientos de estrés. Para obtener una guía para controlar el estrés
y las comidas que consumimos cuando estamos estresados, lea el
artículo Cuídese:
ocho maneras de manejar el estrés y el peso.